ELECTROHIPERSENSIBILIDAD
La Electrohipersensibilidad, también llamada Hipersensibilidad Electromagnética, e incluso, Enfermedad del Microondas; ha sido nombrada muchas veces como Síndrome de Intelerancia a los Campos Magnéticos, engloba todos aquellos síntomas recurrentes y patologías que surgen en presencia de la radiación y disminuyen o desaparecen cuando esta no existe.
Es una respuesta de intolerancia del organismo frente a los campos electromagnéticos a dosis muy por debajo de los límites de las actuales reglamentaciones. Las personas electrohipersensibles reaccionan a niveles de radiación que pasan desapercibidos para el resto.
Se ha reiterado por parte de ciertos autores la imposibilidad de repetición de síntomas o la apreciación de resultados contradictorios en un paciente ante supuestas exposiciones idénticas. En estas afirmaciones se está obviando que es imposible establecer las mismas condiciones de exposición, cada paciente tiene detrás una historia y unas circunstancias y ninguna persona tiene un día exacto al anterior, máxime si nos estamos refiriendo a la afectación por ondas electromagnéticas, a las cuales estamos sometidos no exclusivamente de forma controlada, teniendo en cuenta las que proceden de nuestro puesto de trabajo o nuestro hogar, sino también a las presentes en el ambiente cambiante, y que nada tienen que ver con nuestras circunstancias. Igualmente la carga de nuestro cuerpo no es igual ni similar en dos días diferentes. Por ejemplo, en el ciclo menstrual de la mujer las hormonas de un día son diferentes del anterior y del siguiente y la interacción con el resto del organismo diferente. Igualmente en los estudios de provocación se hacen comprobaciones a corto plazo, no se tienen en cuenta condiciones como la duración de la exposición, etc. Estos errores metodológicos no contribuyen a que se avance en investigación sobre Electrohipersensibilidad.
En el sometimiento de la persona a radiación electromagnética no se está llevando a cabo el principio de precaución, tan necesario para el no empeoramiento del paciente.
Cualquier tratamiento que pretenda minimizar los síntomas solo colaborará en aumentar la sensibilización. Hasta el momento solo se han encontrado como efectivas la reducción o eliminación de las exposiciones.
En los últimos años sin tener en cuenta el factor precaución, es decir, sin estudiar previamente sus efectos sobre la salud, se han introducido en el mercado y aun en el medio, nuevas tecnologías y aplicaciones de radiofrecuencias que suponen un reto nuevo para la medicina. Paradójicamente por parte de esta (y salvando algunos casos y equipos de investigación específicos) hay un mutismo e, incluso en algunos casos un escepticismo, sobre las posibles consecuencias de un uso o una exposición excesivos.
No deja de ser sorprendente que muchos sectores de la medicina y la investigación no muestren interés por las nuevas situaciones creadas ni por los efectos que estas pueden producir (y que de hecho producen) en los organismos de los seres humanos. En su favor hay que argumentar la novedad de las situaciones creadas y la falta de asignaciones presupuestarias para avanzar en investigaciones y comprobaciones en este campo.
A día de hoy prácticamente no existen espacios blancos o libres de ondas electromagnéticas. Estamos cada vez más expuestos en diversos grados en el hogar, el trabajo y durante las actividades de ocio a lo que se conoce como: CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA, combinación de campos eléctricos de baja y alta frecuencia (CE), campos magnéticos (CM) y campos electromagnéticos (CEM).
Teléfonos inalámbricos, teléfonos móviles, ordenadores, tabletas, auriculares, relojes inteligentes, robots, arcos detectores con escáner, y un largo etcétera forman ya parte de nuestras vidas. Pese a ser nuestras herramientas de trabajo, de formación, de ocio y de facilitarnos mucho las tareas del día a día… se desconocen sus posibles efectos adversos a medio y a largo plazo, a dosis bajas de exposición. Se introdujeron en el mercado y en nuestros hogares sin un estudio previo de los posibles efectos secundarios. De momento solo sabemos que hay personas con una fuerte afectación física y aun incapacitadas para las tareas de autocuidado básico si en su entorno existe algún tipo de radiación electromagnética.
Las normativas de seguridad se han establecido de forma apresurada y no existe consenso sobre los posibles riesgos sobre la salud. La ley y las medidas de precaución son diferentes según del país del que se trate.
La Electrohipersensibilidad no está considerada como una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud pese a que a día de hoy los datos e investigaciones sobre esta realidad son irrefutables. Lamentablemente cuando existen intereses multimillonarios de por medio se tarda o se pospone sine die afrontar cuestiones que pueden ser incómodas para los gobiernos e incluso para empresas de ámbito internacional e, incluso, mundial, aunque la salud de millones de personas dependa de ello.
Desde el 1998 existen recomendaciones de la OMS, elaboradas por la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación no Ionizante (ICNIRP) que fueron adoptadas en 1999 por la UE aunque presentan la limitación de fundamentarse exclusivamente en un modelo térmico (La tasa de absorción especifica (SAR), se define como la tasa de absorción de energía electromagnética en una unidad de masa de tejido biológico y es proporcional al aumento de temperatura gradual en ese tejido) e ignora los efectos no térmicos a largo plazo. Se prescinde de esta forma de las exposiciones en las que no hay una subida apreciable de la temperatura. En la elaboración de estas normas no se tuvieron en cuenta las normas de seguridad rusas, fundamentadas en efectos no térmicos y que fueron confeccionadas con la investigación de exposiciones prolongadas a radiofrecuencia por varios institutos de la URSS.
En el año 2002 la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, clasificó los campos magnéticos de frecuencia extremadamente baja como posible carcinógenos para los humanos.
En mayo del 2011 la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa aprobó el informe: "Peligros potenciales de los campos electromagnéticos y sus efectos sobre el Medio Ambiente", recomienda medidas preventivas, aconseja prestar especial atención a las personas electrohipersensibles e introduce medidas para protegerlos, con la creación de zonas libres de ondas no cubiertas por la red inalámbrica.
En julio de 2012 la Academia Americana de Medicina Medioambiental publicó recomendaciones en relación con la exposición a CEM, pidiendo a los médicos que consideraran la exposición electromagnética como causa de enfermedad.
En la actualización de 2012 del informe BioInitiative, indica que un porcentaje alto de estudios en animales reportaron efectos, dado que en ellos la duración de la exposición acumulativa fue más larga y los estudios se llevaron a cabo después de la exposición. Mientras que los estudios en humanos, en general no reportaron efectos evidentes a corto plazo, porque la exposición fue en una ocasión y las pruebas se realizaron durante la exposición, lo que plantea que los efectos de las radiofrecuencias son acumulativos.
En el 2015 la Declaración Científica Internacional de Bruselas sobre EHS y SQM, instaba a la OMS a que reconociera ambas afecciones y las incluyera en la Clasificación Internacional de Enfermedades ( CIE), y solicitaba además la adopción de medidas cautelares de prevención junto con la creación de grupos de expertos independientes que evaluaran los riesgos para la salud.
Desde febrero de 2016, 220 científicos de 42 países han firmado un Llamamiento Internacional, dirigido a la ONU y a la OMS solicitando la protección a la exposición de los campos electromagnéticos no ionizantes, que la población sea informada sobre los riesgos para la salud de la energía electromagnética y de las estrategias para reducir los daños. Pide también la formación de los médicos en los efectos biológicos de la energía electromagnética y en el tratamiento de pacientes afectados de EHS.
A día de hoy son muchas las asociaciones y grupos que están presionando para que los distintos países europeos y la OMS aprueben medidas concretas para la protección de los ciudadanos frente a la radiación de ondas electromagnéticas y asimismo reconozcan oficialmente la EHS.
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