ELECTROHIPERSENSIBILIDAD
1.- INTRODUCCIÓN
En los últimos años se han introducido sin estudiar previamente sus efectos sobre la salud, nuevas tecnologías y aplicaciones de radiofrecuencias que suponen un reto para la medicina.
Estamos cada vez más expuestos en diversos grados en el hogar, el trabajo y durante las actividades de ocio a lo que se conoce como: CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA, combinación de campos eléctricos de baja y alta frecuencia (CE), campos magnéticos (CM) y campos electromagnéticos (CEM).
Teléfonos inalámbricos, teléfonos móviles, ordenadores, tablets y un largo etcétera forman ya parte de nuestras vidas aunque desconocemos sus posibles efectos a largo plazo, a dosis bajas de exposición, pues no se investigaron antes de su introducción en el mercado y en nuestros hogares.
Las normativas de seguridad se han establecido de forma apresurada y no existe consenso sobre los posibles riesgos sobre la salud.
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, elaboradas por la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación no Ionizante (ICNIRP) en 1998, adoptadas en 1999 por la UE, se basan en un modelo térmico sin tener en cuenta los efectos no térmicos a largo plazo.
Los efectos térmicos se originan a temperaturas elevadas por la absorción de energía electromagnética. La tasa de absorción especifica (SAR), se define como la tasa de absorción de energía electromagnética en una unidad de masa de tejido biológico y es proporcional al aumento de temperatura gradual en ese tejido.
Sin embargo, las exposiciones también pueden ser sin aumento medible de la temperatura, ya sea por disipación de calor o porque la exposición es demasiado baja para ser asociada con calor relevante; son las exposiciones no térmicas en las que la estimación SAR no es apropiada.
En contraste con las normas ICNIRP, las normas de seguridad rusas, se basan en efectos no térmicos que se obtuvieron por varios institutos de investigación en la antigua Unión soviética durante décadas de estudios sobre exposiciones crónicas de radiofrecuencia.
La OMS y los organismos internacionales que se ocupan de los efectos inmediatos para la salud que pueden inducir los CEM, acordaron de forma "teórica e ideal" que los límites tendrían que estar por encima de los 10 miliamperios. Según este criterio se establece en 0,5 militeslas (mT) el umbral de afectacion, lo que correspondería a una intensidad de corriente de 1 a 10 miliamperios (mA).
Sin embargo, si tuviéramos que utilizar el concepto de nivel de percepción mínima, deberíamos adoptar un criterio mil veces menor del umbral tolerable y admitir 0,5 microteslas como valor de exposición aceptable al menos para personas de máxima sensibilidad.
Las personas expuestas de forma repetida y constante a CEM, van a experimentar efectos heterogéneos en su organismo.
Pero dado que los CEM afectan al cuerpo humano de forma muy variable y en muchos momentos del día, resulta muy difícil establecer las condiciones de exposición, de ahí los resultados heterogéneos y a veces contradictorios de los diferentes estudios.
La mayor parte de los estudios de provocación que no muestran efectos tienen defectos metodológicos, la duración de la exposición y los efectos examinados suelen ser a corto plazo, descuidando las secuelas de la exposición y no se presta atención a las condiciones temporales de la aparición y desaparición de los síntomas.
La Organización Mundial de la Salud no considera la EHS como un diagnóstico y recomienda a los médicos que se centren en el tratamiento de los síntomas, en lugar de centrarse en reducir o eliminar la exposición.
Sin embargo en Suecia, la EHS está reconocida como una discapacidad y remitiéndose al anexo de la resolución de las Naciones Unidas 48/96, de 20 de diciembre de 1993 (ONU 1993), los gobiernos locales conceden prestaciones asistenciales a las personas con EHS, apoyo para que puedan seguir trabajando e incluso, algunos hospitales disponen de habitaciones con baja exposición a los CEM.
Muchos dispositivos modernos emiten campos electromagnéticos en rangos de diferentes frecuencias simultáneamente, por lo tanto también será importante tener en cuenta las exposiciones combinadas para la evaluación de los efectos sobre la salud.
2.- LOS DATOS A NUESTRO ALCANCE
Los estudios de los efectos de los CEM sobre la salud se iniciaron en la década de los 80. Wertheimer y Leeper comprobaron la aparición de cáncer infantil (leucemias y tumores cerebrales) al tiempo que Robinette y otros estudiaban la mortalidad en veteranos de la Guerra de Corea formados en radares militares. Ambos estudios comprobaron la existencia de un aumento de riesgo tras la exposición.
Sin embargo más de una década antes (en 1965), Haynal y Regli informaron de una prevalencia 4 veces mayor de un historial de trabajos de ingeniería eléctrica en los pacientes con esclerosis lateral amiotrófica que en los sujetos de control.
E incluso, retrocediendo aún más, podemos encontrar ejemplos históricos de EHS ya en 1932, cuando Schliephake informó de efectos como fatiga pronunciada durante el día, con sueño no reparador por la noche, sensación de tirón peculiar en la frente y el cuero cabelludo y dolores de cabeza que aumentan más allá del límite de tolerancia, además de una tendencia a estados depresivos y de agitación.
En el año 2000, dos análisis combinados demostraron un aumento del riesgo de leucemia y los estudios epidemiológicos realizados desde entonces han dado los mismos resultados, no pudiendo ser atribuidos a la casualidad, al sesgo o a confusión.
En una encuesta realizada en Suiza en el año 2001, dirigida a personas que atribuían sus problemas de salud a la exposición a los CEM, los 394 encuestados refirieron como síntomas más frecuentes los siguientes:
- Alteraciones del sueño 58%.
- Dolores de cabeza 41 %.
- Nerviosismo 19%.
- Fatiga 18%.
- Dificultades de concentración 16%.
Atribuyéndolos a la exposición a:
- Estaciones base de telefonía móvil 74%
- Teléfonos móviles 36%.
- Teléfonos inalámbricos 29%.
- Líneas de energía de alta tensión 27%.
Dos tercios de los encuestados habían tomado medidas para reducir los síntomas, siendo la más frecuente evitar la exposición.
En 2002 la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, clasificó los campos magnéticos de frecuencia extremadamente baja como posiblemente carcinógenos para los humanos.
En una encuesta telefónica representativa ( n = 2048 , con una edad mayor de 14 años) realizada en Suiza en 2004, se registró una frecuencia del 5% para un autoatribuido diagnóstico de electrohipersensibilidad.
Ese mismo año en un estudio cuestionario encargado por el Gobierno Federal Suizo y realizado por la Universidad de Berna, médicos suizos informaron que el 71% de las consultas estaban relacionadas con los CEM y la disminución o eliminación de las fuentes ambientales fue el principal tratamiento utilizado.
En agosto de 2007, BioInitiative, un grupo internacional de expertos, publicó un informe exhaustivo basado en las evidencias cientificas disponibles, solicitando medidas preventivas contra la exposición a los CEM.
Desde ese mismo año, el Consejo de Salud del Ministerio de Salud en Austria ha recomendado tomar acciones preventivas mediante la reducción de los niveles de exposición a los dispositivos de radiofrecuencia.
En abril de 2009, una resolución del Parlamento Europeo pidió una revisión de los límites de exposición a los CEM.
En noviembre de ese mismo año en Seletun, Noruega, un grupo de científicos adoptó un acuerdo de consenso que recomienda acciones preventivas y precautorias dada la evidencia existente por los riesgos potenciales globales para la salud de la exposición a los CEM. Consideraban que los límites recomendados no tenían en cuenta a las poblaciones sensibles.
En 2010, Khurana y otros autores informaron de que 8 de cada 10 estudios epidemiológicos que evaluaron los efectos sobre la salud de las estaciones base de telefonía móvil, encontraron un aumento de prevalencia de síntomas neuroconductuales o cáncer en las poblaciones que viven a menos de 500 metros de ellas.
En mayo del 2011 la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa aprobó el informe: "Peligros potenciales de los campos electromagnéticos y sus efectos sobre el Medio Ambiente", recomendando medidas preventivas, aconsejando prestar especial atención a las personas electrohipersensibles e introduciendo medidas para protegerlos, con la creación de zonas libres de ondas no cubiertas por la red inalámbrica.
Al mismo tiempo, un grupo de expertos de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, organismo de la OMS, clasificaba los campos electromagnéticos de radiofrecuencia como posiblemente cancerígenos para los seres humanos.
En julio de 2012 la Academia Americana de Medicina Medioambiental publicó recomendaciones en relación con la exposición a CEM, pidiendo a los médicos que consideraran la exposición electromagnética como causa de enfermedad.
La investigación experimental en seres humanos era escasa antes de la llegada de la telefonía móvil digital. Desde los primeros estudios se han comprobado cambios sutiles en la función del sistema nervioso central (SNC) durante y después de la exposición a corto plazo a diferentes tipos de radiofrecuencias. La reacción del SNC no se limita a la duración de la exposición a la radiofrecuencia sino que persiste tiempo después.
En la actualización de 2012 del informe BioInitiative, se refiere que casi todos los estudios en animales reportaron efectos porque en ellos, la duración de la exposición acumulativa fue más larga y los estudios se llevaron a cabo después de la exposición. Sin embargo, los estudios en humanos en general no reportaron efectos porque la exposición fue en una ocasión y las pruebas se realizaron durante la exposición, lo que plantea que los efectos de las radiofrecuencias son acumulativos.
Se ha comprobado además que los hombres que llevan un teléfono móvil, un asistente digital personal (PDA) o buscapersonas en el cinturón o en un bolsillo, muestran efectos adversos en la calidad, la motilidad y la estructura de los espermatozoides.
En 2014, un estudio realizado por Carlberg y Hardwell mostró una significativa disminución de las tasas de supervivencia en pacientes con glioblastoma multiforme y el uso de la tecnología inalámbrica móvil.
Desde 2014 en Bélgica está prohibida la publicidad de teléfonos móviles para menores de 7 años, la tasa de absorción especifica (SAR) de los teléfonos móviles tiene que ser publicada y en los puntos de venta deben figurar advertencias claras para utilizar auriculares y disminuir el tiempo de exposición.
En enero de 2015 Francia aprobó una ley para proteger a la población de la exposición excesiva a ondas electromagnéticas.
En ese mismo año, la Declaración Científica Internacional de Bruselas sobre EHS y SQM, instaba a la OMS a que reconociera ambas enfermedades y las incluyera en la Clasificación Internacional de Enfermedades ( CIE), solicitando además la adopción de medidas cautelares de prevención junto con la creación de grupos de expertos independientes que evaluaran los riesgos para la salud.
También en ese año Carpenter informó de que un grupo de gente sana desarrolló EHS tras una exposición breve y de alta intensidad a la radiación de microondas. Los síntomas fueron:
- Dolor de cabeza crónico.
- Irritabilidad.
- Inestabilidad emocional.
- Disminución de la libido.
- Problemas de memoria
Desde febrero de 2016, 220 científicos de 42 países han firmado un Llamamiento Internacional, dirigido a la ONU y a la OMS que exige la protección a la exposición de los campos electromagnéticos no ionizantes, señala los efectos científicamente comprobados sobre la salud y las inadecuadas directrices internacionales (ICNIRP) existentes hasta ese momento, solicitando además que la población sea informada sobre los riesgos para la salud de la energía electromagnética y de las estrategias para reducir los daños. Pide también la formación de los médicos en los efectos biológicos de la energía electromagnética y en el tratamiento de pacientes con sensibilidad electromagnética.
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